lunes, 18 de noviembre de 2013

La influencia como forma de traducción

Algunas veces la traducción es pura influencia que desencadena transformaciones. Puede ser un sonido o una musicalidad. Por eso la traducción es original: más allá de la reproducción ofrece sobrevida.

Todo parece empezar con un poema de Luis García Montero. Adopta un nuevo cuerpo en forma de canción gracias a Quique González. Finalmente, se transforma de nuevo en poema.

Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.

Aunque tú lo no sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.

(Habitaciones separadas,
Luis García Montero)

———

Aunque tú no lo sepas
me he inventado tu nombre,
me drogué con promesas
y he dormido en los coches.
Aunque tú no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas.

Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se queja
fría cuando te marchas.
He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas.

Aunque tú no lo sepas
nos decíamos tanto,
con las manos tan llenas,
cada día más flacos.
Inventamos mareas,
tripulábamos barcos
y encendía con besos
el mar de tus labios.

(Quique González)

———

Aunque tú ya lo sepas,
he habitado el cansancio
con las manos resecas
por los lodos de antaño.
Aunque tú ya lo entiendas
nunca borro del todo mi nombre
ni escribo palabras hueras.

Aunque tú ya lo sepas,
vi pesadillas de nada;
recorrí calles llenas
en busca de palabras.
Avenidas de tiempo,
plazoletas de escarcha,
escaleras de sueños
donde ya nunca estabas.

Aunque tú ya lo sepas,
te he tendido mis manos
como raíces deshechas
anegadas por charcos.
Te ofrecí mil poemas
conjurando el naufragio
pero solo quedó el recuerdo
donde estaban tus labios.

(@javmallo)

martes, 12 de noviembre de 2013

Traducción Dubliners - James Joyce

Unos ligeros golpecitos sobre el vidrio le hicieron volverse hacia la ventana. Había comenzado a nevar de nuevo. Miró adormecido los copos, plateados y oscuros, que caían sesgadamente contra la luz de la farola. Había llegado el momento de que él iniciase su viaje hacia el oeste. Sí, los periódicos tenían razón: estaba nevando en toda Irlanda. Estaba cayendo sobre todos los lugares de la oscura llanura central, sobre las colinas peladas, cayendo mansamente sobre la Ciénaga de Allen y, más al oeste, mansamente cayendo a las embravecidas y oscuras olas del Shanon. Estaba cayendo, también, sobre todos los lugares del solitario cementerio de la colina donde yacía enterrado Michael Furey. Iba amontonándose en espesas capas sobre las cruces encorvadas y las lápidas, sobre las lanzas de la pequeña verja, sobre los espinos estériles. Su alma se ensombreció lentamente al oír la nieve cayendo levemente a través del universo y levemente cayendo, como el descenso de su último final, sobre todos los vivos y los muertos.


"A few light taps upon the pane made him turn to the window. It had begun to snow again. He watched sleepily the flakes, silver and dark, falling obliquely against the lamplight. The time had come for him to set out on his journey westward. Yes, the newspapers were right: snow was general all over Ireland. It was falling on every part of the dark central plain, on the treeless hills, falling softly upon the Bog of Allen and, farther westward, softly falling into the dark mutinous Shannon waves. It was falling, too, upon every part of the lonely churchyard on the hill where Michael Furey lay buried. It lay thickly drifted on the crooked crosses and headstones, on the spears of the little gate, on the barren thorns. His soul swooned slowly as he heard the snow falling faintly through the universe and faintly falling, like the descent of their last end, upon all the living and the dead."