martes, 10 de diciembre de 2013

Sobre palabras intraducibles: un viaje por los diccionarios

(Fragmento de tesis doctoral)

En un sentido estricto, el diccionario no proporciona significados sino series de significantes. No obstante y ya que la significación sólo se puede obtener por las relaciones diferenciales de los signos, de poco nos servirán dichas series si no conocemos esas relaciones.

Veamos un ejemplo. El Diccionario de la Lengua Española (DRAE)[1] de la Real Academia Española de la Lengua nos ofrece la siguiente entrada:

cercopiteco. (Del gr. cercoz, rabo, y piqhcoz, mono.) m. Mono catirrino, propio de África, de formas ligeras, provisto de abazones y con callosidades isquiáticas muy desarrolladas. (pág. 462)

Hemos tenido que buscar esta palabra porque no disponemos en nuestro repertorio de ningún signo que entable relaciones diferenciales con ella. Sin embargo, nuestro problema con la palabra no es por la ausencia de referente (probablemente podamos ver una fotografía en una enciclopedia o, es más, puede que ya conozcamos al mono en cuestión pero no sepamos su nombre). Al intentar encontrar un significado para ese significante opaco (no-diferencial), nos tropezamos con una definición igualmente opaca. ¿Qué tipo de mono es un mono catirrino? Más aun. ¿Por qué “mono” y no “simio” que es el subgénero al que pertenece este animal? Sin embargo, si no fuera suficiente con la dificultad genérica de palabras como “mono” tenemos que enfrentarnos con cuestiones tales como “catirrino”, “abazones” e “isquiáticas”. Curiosamente cualquier persona sabe qué son pero no dispone de la relación significanteósignificante que produzca la significación del signo.

catirrino. (Del gr. …, hacia abajo, …, nariz) adj. Zool. Dícese de los simios cuyas fosas nasales están separadas por un tabique cartilaginoso, tan estrecho que las ventanas de la nariz quedan dirigidas hacia abajo. Ú. t. c. s. (pág. 441)
abazón. m. Zool. Cada uno de los dos sacos o bolsas que, dentro de la boca, tienen muchos monos y algunos roedores, para depositar los alimentos antes de masticarlos. (pág. 5)
isquiático, ca. adj. Perteneciente al isquion. (pág. 1193)
isquion. (Del gr.…) m. Anat. Hueso que en los mamíferos adultos se une al ilion y al pubis para formar el hueso innominado, y constituye la parte posterior de este. (pág. 1193)[2]

Veamos una fotografía.
Cercopiteco
Cercopiteco
No obstante, la fijación del referente no nos asegura la significación. Veamos otro ejemplo.

Dice el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE):
padre. (Del lat. pater, -tris) m. Varón o macho que ha engendrado. 2.Varón o macho, respecto de sus hijos. 3. V. hermano de padre. 4. Macho en el ganado destinado a la procreación. 5. Cabeza de una descendencia, familia o pueblo. 6. Nombre que se da a ciertos religiosos y a los sacerdotes. 7. Teol. Primera persona de la Santísima Trinidad. 8. fig. Origen, principio. 9. fig. Autor de una obra de ingenio, inventor de cualquier otra cosa. 10. pl. El padre y la madre. 11. Antepasados. 12. adj. fam. Muy grande. Se armó un escándalo PADRE. apostólico. Cada uno de los padres de la Iglesia que conversaron con los apóstoles y discípulos de Jesucristo. conscripto. Entre los romanos, senador. de almas. Prelado, eclesiástico o cura. de familia, o de familias. Jefe de una familia aunque no tenga hijos. de la patria. Título de honor dado a alguien por los servicios prestados al pueblo. 2. irón. Dícese de los diputados a Cortes o senadores. del yermo. anacoreta. de mancebía. El que tenía a su cargo el cuidado y gobierno de la mancebía. de pila. Padrino en el bautismo. de pobres. fig. Sujeto muy caritativo y limosnero. de provincia. En algunas órdenes religiosas, sujeto que ha sido provincial o ha tenido puesto equivalente. 2. Título que durante el régimen foral se concedía en las provincias vascongadas al que había sido diputado en las juntas generales del país o había prestado algún servicio eminente. Los padres de provincia formaban un cuerpo consultivo para los asuntos forales. de su patria. padre de la patria. espiritual. Confesor que cuida y dirige el espíritu y conciencia del penitente. eterno. Teol. Padre, primera persona de la Trinidad. nuestro. Oración dominical que comienza con estas palabras. 2. Cada una de las cuentas del rosario más gruesas que las demás o que se diferencian de ellas de alguna otra manera, para advertir cuándo se debe rezar un padrenuestro. Santo. Por antonom., el Papa. Beatísimo Padre. Tratamiento que se le da al Papa. nuestros primeros padres. Adán y Eva, progenitores del linaje humano. Santo padre. Cada uno de los primeros doctores de la Iglesia griega y latina, que escribieron sobre los misterios y sobre la doctrina de la religión. 2. Padre Santo, el Papa. de padre y muy señor mío. fr. fam. Con que se encarece la gran intensidad o magnitud de una cosa. dormir uno con sus padres. fr. Haber muerto. hallar uno padre y madre. fr. fig. Hallar quien lo cuide y favorezca. mi padre es Dios. expr. con que nos ponemos, en los trabajos o desamparos, debajo de su paternal protección divina. mi padre las guardará. expr. que reprende al que echa trabajo y cuidado a otros, aun debiendo aliviarlos de ellos por respeto u otra obligación. no ahorrarse uno con nadie, ni con su padre. fr. fam. Atender sólo a su propio interés. 2. fam. Decir libremente su sentir, sin guardar respeto a nadie. sin padre ni madre, ni perro que me ladre. loc. fig. y fam. de que se usa para manifestar la total independencia o desamparo en que se halla uno. tener el padre alcalde. fr. fig. Contar con un poderoso protector. ¡tu padre! exclam. fam. de irritación o enojo. (pág. 1499)

Todo este texto descriptivo sobre la palabra “PADRE” intenta definir la globalidad significativa de la cadena “P-A-D-R-E”. Sin embargo, ¿son todos estos significados suficiente definición del término? ¿Podríamos duplicar el número de definiciones por medio de la inclusión del término en diferentes frases? ¿Cuántas definiciones serían necesarias para abarcar todo el término?

Al mismo tiempo, nos podríamos preguntar si no nos estamos olvidando también de la parte psicológica del signo; es decir, la impresión que tenemos guardada de éste y que nos ayuda a recuperar su significado. ¿Acaso “PADRE” significa lo mismo para un huérfano, para un niño maltratado, para un niño abandonado, para un musulmán, para un budista, para una monja del Vaticano, para un anarquista francés, para un ateo, para un “hijo de puta”, etc.? De esta forma, vemos cómo los significados del diccionario formulan una aproximación arbitraria (¿por qué no aparecen frases como: “ser de su padre y de su madre” o “El obligado a dar alguna cosa lo está también a conservarla con la diligencia propia de un buen padre de familia”[3]). Si analizamos este último ejemplo descubrimos cómo el DRAE sí incluye una acepción, pero ésta no se corresponde directamente con el significado al que se refiere el Código Civil.

Veamos ahora cómo recoge María Moliner en su Diccionario de uso del español el término “PADRE” ([1966]1991). Así, en este diccionario se han tomado decisiones de macroestructura que afectan directamente a la distribución de la información bajo la entrada “padre”. Por ejemplo, se han introducido sinónimos, familias léxicas, ejemplos, frases hechas destacadas en mayúscula y con sangría. No obstante, nos seguimos encontrando algunos de los problemas que hemos señalado más arriba en el caso del DRAE. Aunque el diccionario se pueda definir como un compendio de todas las palabras de una lengua ordenadas alfabéticamente, queda bastante claro, según estos ejemplos, que no existe esa totalidad esperada. Es más. Aun cuando el diccionario pudiese llegar a recoger “todas las palabras” nunca llegaría a incluir todos los significados ya que al ser obras estáticas nunca podría representar aquella conocida frase: “el significado de una palabra es su uso”.

Cualquier persona que consulte un diccionario se enfrenta siempre a la misma insatisfacción, como hemos señalado más arriba: las palabras del diccionario son formas prefijadas, estáticas y fraguadas, mientras que nuestra experiencia con las palabras hace de ellas formas complejas, símbolos de sí mismas que no se reducen a significados, sino que se multiplican.

 En conclusión, son todas estas acepciones que nos da el diccionario, los elementos psicológicos y los usos sociales puntuales los que crean la recepción de los signos. Del mismo modo (y por esta razón), en el acto de la comprensión el signo busca acomodo a su multiplicidad en un entorno de otros signos que crean tensiones. A partir de éstas se produce una aproximación a un significado “real-intuitivo” que permite vislumbrar la globalidad comunicativa del signo. Esta globalidad comunicativa no sólo concretiza el signo sino que además añade elementos de diseminación que multiplican el acto de recepción. De esta forma, la comprensión de los signos no responde a una ubicación en esquemas de significado o estructuras culturales preestablecidas (como pueden ser los diccionarios o las enciclopedias) sino a una extensión de todos los significados probables conocidos (y no conocidos) que se proyectan en un acto de comunicación. Es decir, todos los significados que podemos atribuir a un signo (lingüísticos, culturales, semióticos, comunicativos, psicológico-personales, etc.) contribuyen a la creación de un significado para un signo específico de tal forma que la tensión que crea esta unión entre significados y signo engendra nuevas tensiones para la comprensión del signo futuro. Sólo cuando la connotación de un signo se vuelve denotación absoluta (ni siquiera se produce en el caso de las siglas) podemos hablar de una coincidencia de significados.

Así, y a modo de conclusión, el diccionario se descubre como una estructura cerrada que intenta fijar lo que nunca se detiene, dado que el texto no comparte con éste su capacidad (cerrada) de definir, sino una estructura infinita (Barthes 1980).




[1] Utilizamos la vigésima primera edición (1992).
[2] Como ya habrá podido constatar el lector, una vez que hemos iniciado la serie es bastante difícil encontrar un final.
[3] Código Civil, Tecnos, Madrid, 1993, 12.º edición, pág. 308 (Artículo 1.094, Libro cuarto: De las obligaciones y contratos, Título segundo: De la naturaleza y efecto de las obligaciones).

lunes, 18 de noviembre de 2013

La influencia como forma de traducción

Algunas veces la traducción es pura influencia que desencadena transformaciones. Puede ser un sonido o una musicalidad. Por eso la traducción es original: más allá de la reproducción ofrece sobrevida.

Todo parece empezar con un poema de Luis García Montero. Adopta un nuevo cuerpo en forma de canción gracias a Quique González. Finalmente, se transforma de nuevo en poema.

Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminando
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado
en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.

Aunque tú lo no sepas te inventaba conmigo,
hicimos mil proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.
Así he vivido yo,
como la luz del sueño
que no recuerdas cuando te despiertas.

(Habitaciones separadas,
Luis García Montero)

———

Aunque tú no lo sepas
me he inventado tu nombre,
me drogué con promesas
y he dormido en los coches.
Aunque tú no lo entiendas
nunca escribo el remite en el sobre
por no dejar mis huellas.

Aunque tú no lo sepas
me he acostado a tu espalda
y mi cama se queja
fría cuando te marchas.
He blindado mi puerta
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya nunca estabas.

Aunque tú no lo sepas
nos decíamos tanto,
con las manos tan llenas,
cada día más flacos.
Inventamos mareas,
tripulábamos barcos
y encendía con besos
el mar de tus labios.

(Quique González)

———

Aunque tú ya lo sepas,
he habitado el cansancio
con las manos resecas
por los lodos de antaño.
Aunque tú ya lo entiendas
nunca borro del todo mi nombre
ni escribo palabras hueras.

Aunque tú ya lo sepas,
vi pesadillas de nada;
recorrí calles llenas
en busca de palabras.
Avenidas de tiempo,
plazoletas de escarcha,
escaleras de sueños
donde ya nunca estabas.

Aunque tú ya lo sepas,
te he tendido mis manos
como raíces deshechas
anegadas por charcos.
Te ofrecí mil poemas
conjurando el naufragio
pero solo quedó el recuerdo
donde estaban tus labios.

(@javmallo)

martes, 12 de noviembre de 2013

Traducción Dubliners - James Joyce

Unos ligeros golpecitos sobre el vidrio le hicieron volverse hacia la ventana. Había comenzado a nevar de nuevo. Miró adormecido los copos, plateados y oscuros, que caían sesgadamente contra la luz de la farola. Había llegado el momento de que él iniciase su viaje hacia el oeste. Sí, los periódicos tenían razón: estaba nevando en toda Irlanda. Estaba cayendo sobre todos los lugares de la oscura llanura central, sobre las colinas peladas, cayendo mansamente sobre la Ciénaga de Allen y, más al oeste, mansamente cayendo a las embravecidas y oscuras olas del Shanon. Estaba cayendo, también, sobre todos los lugares del solitario cementerio de la colina donde yacía enterrado Michael Furey. Iba amontonándose en espesas capas sobre las cruces encorvadas y las lápidas, sobre las lanzas de la pequeña verja, sobre los espinos estériles. Su alma se ensombreció lentamente al oír la nieve cayendo levemente a través del universo y levemente cayendo, como el descenso de su último final, sobre todos los vivos y los muertos.


"A few light taps upon the pane made him turn to the window. It had begun to snow again. He watched sleepily the flakes, silver and dark, falling obliquely against the lamplight. The time had come for him to set out on his journey westward. Yes, the newspapers were right: snow was general all over Ireland. It was falling on every part of the dark central plain, on the treeless hills, falling softly upon the Bog of Allen and, farther westward, softly falling into the dark mutinous Shannon waves. It was falling, too, upon every part of the lonely churchyard on the hill where Michael Furey lay buried. It lay thickly drifted on the crooked crosses and headstones, on the spears of the little gate, on the barren thorns. His soul swooned slowly as he heard the snow falling faintly through the universe and faintly falling, like the descent of their last end, upon all the living and the dead."




jueves, 3 de octubre de 2013

Llega Lenguando: lengua, comunicación y tecnología

¿Qué pasa cuando se unen Cálamo & Cran, Molino de Ideas, Xosé Castro y Apicultur, y deciden montar un "sarao" en el que se conjugue lengua, comunicación y tecnología? Lo normal: un gerundio creativo y divertido... Lenguando.

Con el subtítulo "Conectados por la lengua", este evento tendrá lugar en Madrid el 12 y 13 de octubre. Su intención es reunir a editores, traductores, correctores, docentes, investigadores, filólogos y otros profesionales de las industrias de la lengua con el fin de compartir experiencias y aplicaciones prácticas en todos los ámbitos de las industrias de la lengua.

El programa es muy variado, con conferencias magistrales, talleres y juegos colectivos en torno a los siguientes ejes:
  • Edición e eBook
  • Creación de aplicaciones para la industria de la lengua
  • Enseñanza de lengua extranjera
  • Corrección, autocorreción
  • Lexicografía y ortografía
  • Redacción SEO
  • Comunicación pública
Todos las conferencias y talleres se celebrarán La Industrial, en el barrio de Malasaña. Los organizadores nos prometen unas jornadas repletas de lengua y tecnología donde la diversión y el conocimiento están asegurados.

Las inscripciones "pájaro tempranero" ya están agotadas y el día 5 de octubre se cerrará el plazo de "pájaro no tempranero". A no ser que tengas algo mejor que hacer como ir a visitar a tu suegra o pasar el finde semana con la familia política haciendo la vendimia... Yo no lo dudaría...

viernes, 20 de septiembre de 2013

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LA TRADUCCIÓN: DOS VISIONES. (Parte III y última)

3. Textos, khora y responsabilidad


Los textos nacen preñados de significaciones que intentan inculcar en una cultura con un skopos particular. De este modo, cuando entran en relación con otros textos (las traducciones) también intentan ejercer su labor bajo un skopos diferente. El texto traducido, no obstante, no consigue liberarse completamente de sus propias ataduras y pasa a formular sus propias leyes. Éstas suelen estar asociadas a relaciones culturales que se pueden analizar siguiendo las relaciones políticas y económicas entre las diferentes culturas (cf. Lambert; Jacquemond 1992). La traducción supone para los textos una modificación del entorno de su producción. No obstante, no habrá que pensar que éste es un desplazamiento que implica una traición hacia un texto supuestamente original. Dos razones:

1.  Los textos surgen como textos de otros textos, como relaciones, como comentarios, como citas de textos que en muchos casos se han perdido o que hemos olvidado. El texto es un género polifónico que emplea cientos de lenguas y habla miles de voces.

2.  Cualquier texto ha sido traicionado una vez que se ha emitido o se ha escrito. Como antes señalábamos, ningún texto disfruta de la univocidad y, por lo tanto, nos encontramos ante estructuras que pueden llegar a oponerse a sí mismas dentro de su propia lengua (no es necesario recurrir a la traducción para hablar de traición).

 Me gustaría ampliar un poco más este segundo punto ya que puede que la cuestión no haya quedado suficientemente clara. Cualquier texto, por el simple hecho de haber sido producido (escrito o oral) ya ha entrado en el juego de las diferencias, en el juego diseminante que lo sitúa en el margen en lugar del centro, un juego de diseminación que no tiene lugar, o lo que es lo mismo, tiene el margen, el khora, el lugar que no es lugar, que no está ni aquí ni ahí:
After these precautions and these negative hypotheses, you will understand why it is that we left the name khora sheltered from any translation. A translation, admittedly, seems to be always at work, both in the Greek language and from the Greek language into some other. Let us nor regard any of them as sure. Thinking and translat­ing here traverse the same experience. If it must be attempted, such an experience or experiment [expérience] is not only but of concern for a word or an atom of meaning but also for a whole tropological texture, let us not yet call it a system, and for ways of approaching, in order to name them, the elements of this "tropology." Whether they concern the word khora itself ("place," "location," "region," "country") or what tradition calls the figures-comparisons im­ages, and metaphors-proposed by Timaeus ("mother," "nurse," "receptable" "imprint-bearer"), the translations remain caught in networks of interpretation[i].
En este juego en el que entran los textos no sólo tiene que ver con una relación atomista del significado sino con una “textura” tropológica que “permanece atrapada en las redes de la interpretación”. El/La Khora como ese lugar de interpretación que no tiene lugar. Khora, como lugar que no tiene lugar, sería una posibilidad de interpretación que se abre en mil lugares. Así, los textos, formas nacidas de la différance y portadoras de la diseminación, entran en un juego de significados que supera el espacio y el tiempo.

Son bien conocidos ejemplos como el “Quijote” o la filosofía de Nietzsche. Sus interpretaciones han sido tan diversas que cada época ha disfrutado de su propia lectura y cada ideología le ha dado su propio cariz. No en vano, los textos de Nietzsche han sido tan traídos y llevados que han sido considerados la producción de un loco, obras fundacionales del nazismo, obras claves del pensamiento filosófico, literatura, etc. Para la traducción, todo ello significa que el texto entra en un doble juego de responsabilidades: el receptor y el productor. Para disipar cualquier duda sobre Nietzsche como epígono del nazismo, no sería suficiente con rememorar alguna frase de éste en la que se enfrentase frontalmente con este tipo de ideologías, antes bien, Nietzsche ya habría quedado desprovisto de cualquier posibilidad de interpretación autoritativa porque sus textos han pasado a la dimensión de “texto de otros”. Su responsabilidad ya no es para con el texto sino para con sus interpretaciones porque el autor no es responsable de lo que ha escrito sino de las interpretaciones de los otros. Sin duda, algo existe en el texto que permite esas interpretaciones (aunque también debemos reconocer que cualquier texto puede ser desmembrado para acomodarlo a una ideología). Sin embargo, no es posible hacer que esa responsabilidad caiga sobre Nietzsche ya que la única posibilidad que le quedaría a los autores en general sería el silencio o el anonimato para huir de las redes de la interpretación. 

Cuando un traductor se enfrenta a Nietzsche deberá tener en cuenta sus responsabilidades ante su lectura (historia de las interpretaciones) y su escritura (creación de historias): esto es, dado que el traductor recoge las interpretaciones previas y las somete a oposiciones y tensiones con el “traductor”, su “cultura y “entorno”, recibe al mismo tiempo un texto “uno y otro” que se ha ido desgastando con las lecturas anteriores; y, dado que en su escritura deberá ser “fiel” a un original, deberá elegir la fuente de su “fidelidad”. Todo ello porque la fidelidad es la responsabilidad del traductor. No obstante, la fidelidad queda reducida a una acción puntual ante un texto concreto ya que toda fidelidad es evaluación de otras “fidelidades posibles”. Es decir, la fidelidad elegida por el traductor no será más que una entre las muchas que podría elegir; del mismo modo que su traducción será una de las muchas traducciones posibles de un texto determinado.

De esta forma, el traductor se ve ante un juego de diferencias similar al del autor. También aquél tendrá que soportar posteriores lecturas (históricas) de su texto traducido. Sin duda alguna nos encontramos ante una “traición fiel”, es decir, a) (traición) como toda lectura, como toda emisión, la traducción traiciona al original y se traiciona a sí misma; b) (fidelidad), como escritura, la traducción elige una entre todas sus posibles fidelidades y traiciona al resto.

Así, el texto emitido comienza a tomar una vida propia. Se convierte en un nombre que se va cargando a lo largo de su historia de un gran número de rasgos e influencias. De esta forma, el acto de escribir y de hablar es el acto de nombrar. Como el niño que comienza a balbucear sus primeras palabras, el escritor que garabatea en su papel busca un nombre. Más aun. Intenta buscar su propio nombre.
Sin embargo, buscar o buscarse un nombre no se limita a la emisión de signos que se refieren a realidades, como escritores y hablantes siempre debemos preguntarnos por la responsabilidad de nombrar. Como traductores también nos vemos inmersos en las tensiones de los nombres. Responsabilidad, decimos, porque nuestros nombres sólo son nuestros en el acto de nombrar y, a partir de este momento, pasan a ser nuestros y de otros, de todos. Así, el propio poeta puede descubrir, al cabo del tiempo, datos que él no había introducido conscientemente en su texto. Así, cada lector introduce sus propios juegos intertextuales y sus conocimientos del autor y del texto (su historia de interpretaciones) para reconstruir un significado posible.

La traducción de textos se podría equiparar con la traducción de los nombres propios. Traducir significa transplantar aquello que por esencia aparece oculto (paradoja de la traducción). “Nombre propio” es todo texto. Traducir significa arrancar un nombre propio y situarlo en otro marco. De esta forma, los textos surgen como una necesidad de nombrar, de obtener una marca. Sin embargo, en el mismo acto de nombrar, el nombre propio se vuelve contra nosotros y pierde la mayor parte de su significado. Es algo tan viejo como el mito de Babel: creemos un nombre para que no nos dispersemos sobre la faz de la tierra. No obstante, Dios no puede permitir que el hombre (al que ha dado el poder de nombrar) obtenga un nombre único, un nombre que (en su propio uso) se podría llegar a convertir en un subterfugio del hombre para suplantar a Dios.

El propio nombre propio de Dios es YHWH, nombre en esencia impronunciable, el innombrable de los judíos. Nos encontramos ante el nombre propio por excelencia, ante la referencia que no busca el referente sino un nombre propio que indique y señale por desplazamiento.

Así, Dios baja y confunde las lenguas y los labios para que haya discordia entre los hombres del mismo modo en que había creado una disputa eterna entre la mujer y la serpiente (tú le morderás el tobillo y ella te pisará la cabeza). Esta confusión supone, al mismo tiempo, la pérdida del Nombre Propio y la búsqueda de los nombres propios. Es decir, a partir de este momento (multitud de lenguas) los hombres intentarán nombrarse a través de sus palabras ya que han perdido el “nombre propio” que los hubiera podido llegar a nombrar: un ataque de celos divinos de “el-que-no-tiene-nombre” y que impone su voz (labios dispersos). El hombre-tras-Babel se ve condenado a la búsqueda de una fórmula que lo defina, una realidad lingüística con la que pueda expresarse la confusión de la que ha partido.

En definitiva, el nombre propio sitúa al traductor ante la disyuntiva del posibilismo o el relativismo en la traducción. Parece simple: ¿es posible traducir lo que aún no se ha expresado, lo que quizás nunca se llegue a expresar?; ¿es posible no traducir?; ¿cuál es el referente del nombre propio en la era post-Babel?; etc.

Esta necesidad de definir el nombre parece que impulsa al escritor a contar una y otra vez historias. Historias que no sólo intenten definir su propio nombre propio, sino que también se aproximen a lo nombres de países, historias, gentes, etc. Todo intenta buscar su nombre propio. Y el escritor es uno de esos individuos que se ha lanzado en una búsqueda incansable de “algo”. Especialmente el poeta es un individuo en busca de definición y, en la mayoría de los casos, cada uno de los nuevos poemas que salen de su mano no son más que reescrituras de otros poemas en busca de un nombre último. Sin embargo, la consecución del nombre propio supone un efecto más de la invisibilidad. El nombre propio produce un efecto transparente de referencia perfecta. No obstante, aunque en cierto modo (por la transparencia) los nombres propios fundamentan la traducción, esto no quiere decir que la traducción sea equivalente o fiel sino que, simplemente, es traducible.

4. Conclusiones

En el presente artículo hemos intentado revisar uno de los conceptos clave de la teoría de la traducción en los últimos años. Para ello, lo hemos puesto en relación con diversas teoría del lenguaje y con enfoques culturalistas de la traducción.

Uno de los principales objetivos de este artículo ha sido llevar el concepto de la “invisibilidad” del traductor hasta nuevos límites y hacerlo entrar en contacto con otros ámbitos para que por medio del roce surjan nuevas posibilidades. En nuestra crítica hemos intentado examinar dos implícitos que se ocultan tras la invisibilidad: la invisibilidad como una fuerza de control cultural y dominio entre culturas; y la invisibilidad como garante de una fidelidad a un significado último. En nuestro análisis de ambas afirmaciones recogidas en el concepto de invisibilidad y transparencia hemos intentado presentar una crítica de los presupuestos de la teoría de la traducción tradicional. De esta forma esperamos que el campo de la teoría se expanda más allá de las simples relaciones entre pares de textos, pares de lenguas, expresiones, etc.

De un modo similar, hemos hablado de la responsabilidad del traductor como individuo que busca una traducción posible entre traducciones posibles. Como ya hemos dicho esas traducciones posibles no sólo recogerán un sentido del original (si fuera posible) sino que además incorporarán los elementos (comentarios, citas, discusiones,…) que hayan surgido en torno a ese texto a lo largo de la historia (creándose por medio de la traducción un nuevo comentario).Dentro de esta última línea hemos intentado desarrollar brevemente algunas ideas sobre la responsabilidad del traductor en relación con la responsabilidad del autor. Aunque en su libro Lawrence Venuti no lo señale, la invisibilidad también es una forma de evitar las responsabilidades de la traducción. De esta manera, el traductor se enfrenta a la traducción de una forma diferente: por una parte, puede liberarse en su tarea ya que su nombre no aparecerá en la página junto a su traducción (evidentemente se arriesga a cometer errores); por otra parte, puede ejercer el juego de la diferencia con el texto y proyectar estas diferencias en el texto traducido. Es probable que, según la nomenclatura de Venuti, tengamos que llamar a este procedimiento “invisibilidad visible”. Al no aparecer el nombre del traductor al pie de la página, éste se puede sentir más audaz y jugar tanto con el original como con la traducción. De esta forma podríamos llegar a un producto final similar al que obtuvo I. U. Tarchetti al verter al italiano un texto de Mary Shelley (cf. Venuti 1992 y 1995). Como explica Venuti, Tarchetti recurrió a la visibilidad total ya que eliminó completamente la autoría original y publicó un texto traducido como propio. Sin embargo, también existe la posibilidad contraria: es decir, el autor original publica su texto como traducción ya sea para escapar de la censura y protegerse, ya sea para apoyar las ideas expresadas en su texto mediante el recurso a una fuente que no existe o que se ha perdido.

Esta posibilidad de “invisibilidad visible” apenas ha sido analizada en los estudios sobre traducción (Lefevere, 1992).  Sin ninguna duda supone uno de los campos más interesantes dentro de los estudios sobre traducción ya que representa no sólo una análisis de los textos desde el punto de vista de la traducción, sino también de la crítica literaria, la teoría de la literatura, la edición, el marketing, etc.




[i] Jacques Derrida, Khora en “On the name”, de. Jacques Dutoit, Meridian: Crossing Aesthetics, Stanford Univeristy Press, Stanford, 1995, pag 93.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LA TRADUCCIÓN: DOS VISIONES. (Parte II)

(Continuación de la anterior entrada ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LA TRADUCCIÓN: DOS VISIONES. [Parte I])

1. TRADUCCIONES DOMADORAS

André Lefevere afirmaba en un artículo de 1988:

Translating aspects of one culture into another is never a simple semantic substitution. Rather, the self-images of two cultures come to bear on the matter and clash over it... Translation, therefore, can teach us about certain aspects of a culture at certain stages of its evolution.[i]
 La traducción tiende a tomar sus normas y estrategias del ambiente sociocultural en el que se realiza. En la actualidad, en la aldea global dominante, la traducción comparte una tendencia universalizadora y aglutinante al mismo tiempo: “universalizadora” porque tiende a crear una cultura global que pretende no saber de culturas y, por el contrario, “aglutinante” porque supone una mayor facilidad de creación de fuerzas culturales centrípetas en ese mundo global.

No obstante, también surgen voces que llaman a una traducción (en un sentido más amplio) extranjera en la que se recojan voces nuevas y desconocidas. Una traducción que no se vea absorbida en una cultura sino que continúe el juego diseminante que diseñó el autor original. Nos encontraríamos ante una traducción que no intentaría “convertir en alemán lo griego, indio o inglés en vez de dar forma griega, india o inglesa al alemán”[ii]. Esta nueva estrategia intentaría mostrar las tensiones que surgen en los textos dentro de sus culturas y abandonaría la invisibilidad para recurrir a la visibilidad, para que el texto no sea fluido a los ojos del lector y, de esta manera, éste sea testigo de las fuerzas que operan en el texto original. Así, la traducción no sería tanto un hecho textual como un  hecho cultural en el que los textos sirven de fuente para el aprendizaje de una cultura y no para el narcisismo cultural de la civilización occidental. La historia cultural de los países occidentales nos ha enseñado la continua tendencia aglutinante y de absorción de sus sistemas culturales. Las periferias resultan atraídas al centro por medio de un efecto de transparencia y pierden sus connotaciones revolucionarias y de tensión hasta que crean un nuevo centro “atraído”: es decir, el primer centro sólo atrae de la periferia aquello que por medio de la transparencia puede ser absorbido, modificado y traducido según los cánones establecidos por el centro. Desde el punto de vista de la teoría de los polisistemas, el centro sólo permanecerá en su situación privilegiada si es un centro dinámico y permeable a lo que sucede en su periferia. De no ser así, el centro se convertirá en una estructura rígida que finalmente quedará fosilizada y se verá desplazado por las periferias que le rodean. No obstante, en la actualidad estamos asistiendo a un nuevo modelo de polisistema en el que el dominio de la llamada “sociedad de la información” supone no sólo apropiarse del centro y empujar hacia la periferia todo movimiento contrario a la ideología dominante, sino también apropiarse de la propia periferia para, mediante un proceso de alienación, lo anteriormente periférico pasa a ser una supuesta periferia asimilada por el centro que, de esta forma, mantiene su posición central. En este nuevo modelo, el centro ha aprendido que sólo es posible evitar la fosilización creando sus propias periferias y asimilando las periferias extrañas / extranjeras mediante un proceso de alienación en la que el centro utiliza el efecto de la transparencia y la invisibilidad. Sin duda alguna, la traducción no es extraña a esta situación ya que la relación entre cultura fuente y cultura término siempre estará enmarcada en las relaciones entre los sistemas literarios, políticos y sociales de las diferentes culturas.

No en vano afirma Venuti que “[t]he viability of a translation is established by its relationship to the cultural and social conditions under which it is produced and read”. En esta “relationship” puede desaparecer la “originalidad cultural” del texto fuente ya que, cuando el traductor intenta adaptarlo, convertirlo en “leíble”, a la cultura término, ésta ejerce su fuerza apropiadora como centro cultura. En el caso de que la cultura receptora sea periférica también puede establecer una relación como centro ya que el efecto de apropiación y alienación es bidireccional. No obstante, aunque una cultura receptora adopte la posición de centro con respecto a un “centro”, esta relación seguirá patrones completamente diferentes.

De esta forma, podemos ver cómo los efectos de transparencia e invisibilidad en la traducción no se refieren a las relaciones entre culturas supuestamente fuertes con otras supuestamente débiles, sino a las relaciones entre textos y culturas en posición fuerte y posición débil. Esta aparente contradicción se produce al mantener un esquema de traducción en el que el texto y cultura origen son primarios, originales y originarios y el texto y cultura término son derivados, copias y secundarios. De este modo, dentro del esquema general de la traducción las relaciones siempre seguirán ese patrón de copia y original de tal forma que la traducción representa una ilusión de las relaciones entre dos culturas, relación imprescindible para poder traducir desde la invisibilidad (especialmente dado que la invisibilidad ha sido una estrategia típica utilizada por las culturas occidentales “fuertes”). Así, cuando nos encontramos ante la traducción entre dos culturas muy diferentes y con relaciones que desde un punto de vista políticoeconómico indican directamente a una relación centro-periferia, ¿se seguirá manteniendo el mismo modelo de traducción? Si un etnógrafo norteamericano escribe un libro en inglés sobre las costumbres, estructuras sociales, políticas y económicas de un pueblo africano y, al cabo de unos años, su obra se traduce a la lengua de dicho pueblo, ¿cómo leerán los indígenas sus propias costumbres y cultura? ¿Acaso el escritor norteamericano no habrá escrito lo que el lector norteamericano quiere que le cuenten sobre la cultura indígena? ¿Acaso el traductor tiene la posibilidad de corregir para un cultura “tan sumamente débil” la lectura que se ha realizado de su pueblo? Son múltiples preguntas en las que entra el traductor visible, cuestiones que se plantea ya que la visibilidad no tiene por qué implicar fidelidad sino una ética traductora que le lleva a desarrollar una teoría del traducir que abarca todo el hecho cultural, político y social en el que se ve inmerso (y del que, aunque sea “invisible”, es catalizador).

Finalmente, conseguir un texto término transparente implica hacer desaparecer la clave cultural en la que fue creado el texto original. En este caso, la invisibilidad representa la búsqueda de una traducción que trasplanta un texto fuera de sus fronteras (esencia de traducción) sin tener en cuenta que la textualidad original y su significado están unidos al contexto cultural. Los textos trasplantados (traducciones domesticadas) representan una forma de desaparición de los posibles efectos de atracción cultural: los textos se insertan en una nueva tradición como si hubieran sido creados en ella.

2. APRE(HE)NDER EL SIGNIFICADO

Pasamos ahora al tema del significado que ya avanzamos en la introducción. Un clásico de la teoría de la traducción, Eugene Nida, afirma:

A translation of dynamic equivalence aims at complete naturalness of expression and tries to relate the receptor to modes of behavior relevant within the context of his own culture.[iii]

En cambio, Cristopher Norris señala en su libro sobre Jacques Derrida:

The Saussurean ‘bar’ between signifier and signified - that which creates the arbitrary nature of the sign - is also the law which immutably decrees the unfulfilment of desire in pursuit of its ever changing object.[iv]

Un poco antes en la misma página Norris destaca:

Desire simply is this differential movement perpetually at work within language, movement which can never be brought to a halt since the relation between signifier and signified is always provisional, shifting and elusive.[v]

Podemos ver como en estas tres citas existe una línea de tensión subyacente: por una parte, Nida defiende una traducción de equivalentes en la que el traductor busca producir efectos similares en el receptor; por otra parte, Derrida, en boca de Norris, ve en el signo lingüístico una forma inacabada que se construye y desconstruye en todo acto de escritura. De esta forma, nos encontramos con que la traducción no sólo se preocupa por un significado (fórmula de equivalencia) sino por la diferencia y relación que se produce entre significante y significado. Al mismo tiempo, dado que la relación entre significante y significado es provisional e inaprensible, no es posible fijar una residencia para esa “bar” de la que habla Norris; dado que es esquiva y fugaz, no es posible analizar de una forma pura la relación significante / significado. Por lo tanto, tampoco es posible evitar que, en la traducción, el significante deje su rastro[vi]. Cuando Nida afirma que “the translator must be a person who can draw aside the curtains of linguistic and cultural differences so that people may see clearly the relevance of the original message”[vii], parece olvidar que en el par significante / significado no se puede atribuir al segundo miembro la exclusividad de la significación. Subordinar las cortinas y diferencias culturales a una visión clara de la relevancia del mensaje original parece ignorar la borrosidad de la barrera signans / signatum: parece ignorar que las cortinas, las diferencias culturales, las formas y las fórmulas pueden (y lo hacen) transmitir significados. No en vano Derrida señala en Posiciones que la única manera de enfrentarse a la traducción es como un proceso de transformación. En oposición a Walter Benjamin, que señala que la finalidad de la traducción es la búsqueda de una lengua superior, Derrida borra cualquier posibilidad de vuelta al origen. El origen de las lenguas se perdió en la destrucción de Babel ya que Dios es el desconstructor de desconstructores. De esta forma, la transformación / traducción no intenta borrar las diferencias, descorrer las cortinas de las que habla Nida, antes bien, asume “la multiplicidad irreductible de las mismas [lenguas], creando un texto semejante, paralelo al original pero, en cierto modo, otro, diferente”[viii].

El conflicto que aquí presentamos parte de una oposición básica entre dos sistemas de pensamiento lingüístico que parten de premisas opuestas. Por una lado, Nida defiende la posibilidad de remontarse a unas estructuras profundas universales desde las cuales será posible codificar un texto en otra lengua. Para ello utiliza el modelo propuesto por Chomsky. No obstante, el propio Chomsky, tal y como subraya una y otra vez Gentzler (Gentzler, 1993), aun siguiendo una línea cartesiana en sus razonamientos lingüísticos, siempre se mostró reacio a aplicar sus estudios al campo de la traducción. Así, Chomsky sale al paso de diferentes estudios surgidos tras la publicación de Syntactic Structures (1957):

The existence of deep-seated formal universals . . . implies that all languages are cut to the same pattern, but does not imply that there is any point by point correspondence between particular languages. I does not, for example, imply that there must be some reasonable procedure for translating between languages[ix].

Vemos como aquí Chomsky se separa de cualquier tesis que asiente la traducibilidad de las lenguas en la existencia de universales. De una forma similar, aunque más radical, los desconstructivistas niegan la existencia de dichos universales y cualquier posibilidad de remisión a un origen. De esta forma, la teoría desconstructivista de la traducción pasa a ser una teoría de las diferencias y de la différance, de los huecos, lo intraducibles y cualquier espacio que se produzca entre los textos. Para la desconstrucción, los textos, y por extensión las lenguas, no disfrutan de una comunicación plena sino que representan formas de expresión que buscan (se buscan) no sólo sus puntos de coincidencia sino también sus divergencias, sus diferencias, las “cortinas”. Desde el punto de vista de la desconstrucción “in the process of translating texts, one can come as close as is possible to that elusive notion or experience of différance[x]. De una forma similar, Gadamer señala que la traducción es una forma similar a la conversación: dos textos entran en relación y “conversan”, buscan coincidencias, relaciones, oposiciones, etc. pero nunca llegan a neutralizar completamente sus propias diferencias.




[i] André Lefevere, "Holy Garbage, tho by Homer Cook't", en Traduction, Termilogie, Redaction, vol. 1, no. 2, 1988, p. 26.
[ii] Rudolf Pannwitz, Crisis de la cultura europea, citado por Walter Benjamin, La tarea del traductor en Miguel Angel Vega, ed., “Textos clásicos de teoría de la traducción”, Cátedra, Madrid, 1994, pag. 295.
[iii] Eugene A. Nida, Toward a Science of Translating. With Special Reference to Principles and Procedures in Bible Translation, Brill, Leiden, 1964.
[iv] Cristopher Norris, Derrida, Fontana Press Masters, Fontana Press, London, 1987, pag. 114
[v] Ibid. Pag. 114
[vi] Véase, Jacques Derrida, “Semiología y Gramatología” en Posiciones, Pre-Textos, Valencia, 1977.
[vii] E. A. Nida y J. De Waard, From One Language to Another: Functional Equivalence in Bible Translating, Thomas Nelson, Nashville, 1986.
[viii] Miguel Gallego Roca, Traducción y literatura: Los estudios literarios ante las obras traduccidas, Ensayos Júcar, Madrid, 1994, pag. 32. Véase también pags. 25-34
[ix] Chomsky, Noam, Aspects of the Theory of Sintax, Harper & Row, Cambridge, MA, 1965.
[x] Gentzler, Edwin, Contemporary Translation Theories, Routledge, London, 1993, pag. 145.