jueves, 12 de septiembre de 2013

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LA TRADUCCIÓN: DOS VISIONES. (Parte I)


Uno de los conceptos que nos ha traído la nueva década es la “invisibilidad”. Lawrence Venuti ha sido el autor que mejor la ha sabido presentar y en su libro The Translator’s Invisibility: A History of Translation realiza un amplio recorrido por las principales ideas sobre la traducción utilizando como puntos de referencia conceptos que hasta hace poco tiempo permanecía “invisibles” (o “evidentes”, que es lo mismo) para la teoría de la traducción: invisibilidad, transparencia, fluidez, soltura, suavidad, ritmo, etc.

Al inicio del primer capítulo titulado “Invisibilidad” el propio Venuti nos describe someramente el efecto de la invisibilidad:

The illusion of transparency is an effect of fluent discourse, of the translator’s effort to insure easy readability by adhering to current usage, maintaining continuous syntax, fixing a precise meaning. What is so remarkable here is that this illusory effect conceals the numerous conditions under which the translation is made, starting with the translator's crucial intervention in the foreign text. The more fluent the translation, the more invisible the translator, and, presumably, the more visible the writer or meaning of the foreign text.[i]
Sin embargo, aceptar la invisibilidad no sólo afecta a nuestra traducción como hecho lingüístico, Venuti se encarga de destacar en su libro la importancia que tiene para el traductor esta transparencia. La invisibilidad afecta a la posición social del traductor, a su sueldo, a su estatus y la calidad de sus traducciones, e incluso se llegan a establecer relaciones de colonialismo cultural[ii]. Al ocultarse el traductor puede convertirse en cómplice de relaciones socioeconómicas de orden superior en las que entra por el simple hecho de traducir (pero un traducir que supone una transferencia limpia, inmaculada, es decir, invisible). Sin embargo esta invisibilidad es tan sólo un efecto, es decir una presunción sobre la que se basa la traducción de tal forma que las posibles modificaciones introducidas en el nuevo texto siempre participan del principio de la transparencia. Así, la actividad de traductor entre textos y entre culturas pasa a ser un hecho sociopolítico (político en un sentido amplio) en el que la invisibilidad juega un papel clave: el efecto transparente asegura la fiabilidad, la fidelidad, una lealtad que sólo se encontraría en entredicho si se produjese un giro hacia la traslucidez o la opacidad.

Una traducción comienza a perder su transparencia previsible cuando comienza a “sonar a traducción”, cuando el lector no se siente cómodo, cuando el texto no es fluido, cuando hay valores culturales opuestos a los propios, etc. Si se produce esta situación habremos perdido toda transparencia y el traductor pasa a ser un individuo que opera entre / a dos textos potencialmente traducibles y que utiliza estrategias conscientemente no transparentes para transferir lo que desde un principio no fue transparente (Véase 2. APRE(HE)NDER EL SIGNIFICADO). En la traducción invisible, el traductor se oculta en el texto como un colaborador tras la sombra eminente de un autor que lo sitúa, al mismo tiempo, en la esfera del autor derivado y enmascarado y en el engaño de representar una mascarada donde el traductor es el protagonista (una presencia no presente, un autor sin autoría).

Incluso en las reseñas de periódicos y revistas especializadas se disimula, se pasa por alto, la figura del traductor. Aun cuando se comentan características de estilo y lenguaje, el traductor (su lenguaje, su historia, sus aciertos o errores) ha quedado eliminado de la escena por un efecto de transparencia (simulacro de escritura). Se espera del traductor que rompa un texto, lo descomponga, lo cree de nuevo superando la diferencia que el texto quiso representar en su cultura. De este modo, y por efecto de la invisibilidad esperada, se produce una negligencia sobre el acto de traducir ya que no encuentra espacio propio dentro de la propia obra ni en el discurso sobre la obra. La traducción pasa a ser una economía sumergida que todo el mundo sabe que existe pero que nadie ha visto, una meiga que “habelas, hailas”. Por esta razón, ni el sueldo ni el estatus del traductor se corresponden con el peso de la tarea: ¿acaso en la era del marketing y la hiperinformación tiene importancia alguna un personaje anónimo que se desliza entre dos o más textos? En esta situación, el traductor sólo asomará ligeramente en el reino de la invisibilidad si existe una razón suficiente que lo haga necesario. Un ejemplo bastante cercano es la publicación de una obra de Jane Austen, Emma, traducida por José María Valverde. El nombre del traductor se menciona en el interior del libro, nunca en la cubierta. No obstante, se le ha añadido un curioso recurso de marketing: 1) José María Valverde es muy conocido en medio filológicos y en el mundo de la traducción por sus versiones de los clásicos; 2) la editorial, además, lo presenta con una banda abrazando el libro  como “Traducción de José María Valverde”, que había muerto a principios de 1997. Así, podemos ver que cuando el traductor se asoma fuera del reino de la invisibilidad siempre existen razones de peso (no traductoras) para ello, al menos estrictamente hablando.

Veamos ahora otro ejemplo procedente de la sección “Libros” del suplemento Babelia, Miguel Bayón, EL PAÍS, 16 de noviembre de 1996. En este suplemento se realizan más de diez reseñas de obras traducidas de reciente publicación en España. A la hora de realizar la referencia bibliográfica se recoge el nombre completo de los traductores. No obstante, sólo en un caso se rompe el efecto de la transparencia e invisibilidad:
El libro incluye un excelente estudio biográfico-literario-histórico y reúne propiamente las cuartetas de Sham, sobre los temas sufíes de la enseñanza, el amor y la ebriedad, en versión bilingüe y con un glosario. Clara Janés prosigue, encandilada, su idilio sin fin con las Mesopotamias y Turconias; por fortuna para los lectores. La omnipotencia de amor. Éste es el tema por antonomasia de Rumi.[iii]
No obstante, podemos ver que la referencia a la traductora se realiza, en este caso, no por medio de la traducción en sí misma, sino a través de otra tarea que ha desarrollado la traductora: la edición e introducción al texto traducido. También hay que señalar que se trata del único caso en el que se hace una referencia explícita al hecho de que se trata de un texto traducido (sin tener en cuenta la nota bibliográfica): “en versión bilingüe y con un glosario”.

Al mismo tiempo, destaquemos que Miguel Bayón ha centrado la referencia a la traductora-editora en el valor que tiene presentación y traducción para ella personalmente (“… prosigue, encandilada, su idilio sin fin …”) y para el conocimiento general de este tipo de poesía y civilización para la cultura receptora (“… por fortuna para los lectores …”).

Con este pequeño ejemplo hemos podido ver cómo la figura del traductor sufre una profunda negligencia en los medios académicos y de divulgación. La traducción no sólo debe ser fiel y acertada (acaso en ocasiones no sea lo más importante), sino que además (he aquí lo más importante) debe dar apariencia de no ser traducida. No obstante, es en esta presencia desaparecida donde el traductor ha comenzado a ceder sus derechos. Más aun. El traductor está fingiendo haber dominado un texto cuya fuerza suele residir en no poder aprehenderse. El traductor, para ganarse la vida, oculta sus propias dificultades en la traducción, en la invisibilidad: la transparencia ayuda a solucionar los mayores problemas traductores ya que la estrategia de la invisibilidad permite pasar por alto las tensiones y los efectos de la diferencia en los textos. El traductor está ejerciendo una fuerza domesticadora sobre textos que nunca llega a dominar totalmente ya que nunca puede alcanzar un significado último (al menos no el del autor, si éste reconoce alguno).

Aquí comenzamos a entrar en dos de los elementos claves del concepto de invisibilidad ya que la traducción pasa a ser, por medio de la transparencia, una poderosa herramienta sociopolítica y pretende asegurar una unidad de significado. Pasemos ahora a analizar pormenorizadamente estas dos consecuencias de la “traducción invisible”: por una parte, 1) existen fuerzas sociopolíticas en la traducción (“domesticación); por otra parte, 2) seguimos enfrentados al problema del significado en la traducción (“significado último”).




[i] Lawrence Venuti, The Translator’s Invisibility, Routledge, London and New York, 1995, págs. 1-2 (mi propia cursiva).
[ii] En otro artículo ya habíamos señalado las características de la traducción como no-traducción y efecto colonial: “… la traducción pretende ser una no-traducción, intenta pasar inadvertida. Para poder entender este proceso de extranjería en la traducción no sólo debemos tener en cuenta los textos que se traducen entre culturas, sino también las adaptaciones, las versiones, la imitaciones, y lo que es más importante, lo que no se traduce”. Javier Mallo Martínez, El Traductor y el Extranjero, artículo presentado en el IX Simposio sobre Traducción Literaria y Científico-Técnica, Universidad de Extremadura, Cáceres, 1995.
[iii] Miguel Bayón, “El dolor y el amor de un poeta persa” en Babelia, Nº 264 sábado, 96 de noviembre de 1996, pag. 20, EL PAÍS (mi propia cursiva). Reseña del libro de poesía sufí: Yalal Uddin Rumi, Rubayat, presentación y traducción de Clara Janés y Ahmad Taherí, caligrafía de Mehdi Garmurdi, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo / UNESCO, Madrid, 1996.


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